viernes, 12 de octubre de 2007

Sopas.




Sopas alguien debía ponerle termino a esto, pero nadie lo hacia, nadie daba el paso necesario, definitivo, y la madeja se enrollaba mas y mas, y la vida seguía, los días pasaban, y en el alma se empozaba una tristeza magnánima, y un llanto que no salía, o salía por capítulos y el nombre de la chiquilla esa, tan molesta, tan indiferente, tan mal educada se repetía como un eco interminable, y no hay paisaje que vaya a anestesiar el dolor que produce, que quieres que produzca. Tiene unos ojos tan lindos, tu sabes que puedes decir con determinación que estas enamorado de ella, que te vuelve extraño, que la quieres con ternura, mientras la vida sigue, y no hay canciones para lo que seria la banda sonora de tu vida. Es aquí en que te haces la pregunta que ya todos te hicieron, ¿Qué vas a hacer con tu vida?, ¿donde estas?, ¿cuando te perdiste?, no eres ya el personaje sonriente, lo sabes bien, los años pasan, la vida sigue, lo terrible y lo bello aparece, y queda el desgarro de perder irremediablemente, de perder sin mas, como un deporte bien aprendido, un vicio que te fascino en los años de los ojos entornado, de la mueca del sarcasmo, del pelo sin color, una costumbre que te consume, que te lanza a la calle donde cada día percibes de mas cerca lo fatal de este lugar, el frió y lo inhóspito, la aventura del demiurgo, el terror de la paternidad. Cásate, has un buen negocio, vive bien, duerme con esa mujer, la que te quiere, la que te espera y que sabe llorar cuando escuchan “Moon River”, mira desde las ventanas de tu casa llover, camina cada día hasta el bar de la esquina y saluda a los camareros, bebe con prudencia, has que tus parpados tengan esa cadencia que tenian los parpados de Marlon Brandon, cuida tus manos, y si quieres canta en voz muy baja, no digas ya mucho, no digas tanto.

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